lunes, 20 de junio de 2016

Les duele lo de Chile pero no debería importarles.

Ayer lo olvidé por completo. El día del padre, la final de la NBA y sobre todos dos carnes asadas en compañía de la familia hizo que no recordara que la selección mexicana de futbol jugaba contra su similar de Chile.
Como todo mexicano esperaba un ajustado triunfo del equipo tricolor o por lo menos una ajustada derrota. Al revisar por costumbre mi teléfono celular me doy cuenta que México va perdiendo 5-0 y antes de que me recuperara de la sorpresa tuvimos el marcador final de 7-0. La peor derrota de México en un torneo oficial.




Aunque me causó sorpresa, más sorprendente me pareció la reacción de las personas en redes sociales. Además de la típica actitud mexicana de burlarnos de la tragedia y de los perdedores leí comentarios de verdadera indignación.
No quiero poner en este ejercicio lúdico de escritura que cosas más graves ocurren en el país como los enfrentamientos de los maestros con la policía en Oaxaca con muertos y heridos, el narcotráfico, etc. etc., sino comentar la relativamente escasa importancia que tiene en nuestras vidas.
Es un juego. Los encuentros deportivos, son todos juegos, es decir, no se juega nada importante, medallas, honor y en el mejor de los casos dinero. Si nosotros no somos los deportistas que ponen en juego su prestigio, no nos van a dar una medalla y sobre todo no ganamos por participar en ellos no debería importarnos tanto.
Más que un juego, los que vemos los juegos como espectadores en televisión y en el mejor de los casos en las gradas de los estadios, es un espectáculo. Un show y como tal debe verse. Sería tonto salir enojado de ir al cine y molestarnos porque el villano no ganó y era nuestro favorito.
En este caso como espectáculo podemos estar molestos porque no se dio el "show" que nosotros esperabamos. La orquesta tocó mal. La película no tenía buen argumento. Los actores eran pésimos. Al mago no le salieron los trucos.
No somos buenos en ese juego. A estas alturas del partido. Ya deberíamos tener muy claro que la selección mexicana no es contendiente para ganar la Copa del Mundo, la Copa América, la Copa Confederaciones, si acaso, aspiramos a ganar la Copa de Oro de Concacaf.
En todas las competencias en las que participan los "ratones verdes" somos participantes, animadores si bien nos va. Tengo 20 años viendo a la selección y en ese tiempo siempre hemos sido el ya merito que nunca se transforma en YA. Nunca sacan el fua.
Con ver a los equipos mexicanos deberíamos darnos cuenta. No ganamos el Mundial de Clubes, la Copa Libertadores y si nos va bien ganamos Concachampions.
Ya vendrá otra competencia futbolística en la que los medios de comunicación tratando de tenernos al pendiente de la selección, viendo los juegos y por supuesto viendo los comerciales de las marcas deportivas, nos harán creer que podemos "dar la sorpresa".
Todos los que lo jugaron ya están vacacionando. Mientras que todo México "está indignado". Ante este nuevo fracaso futbolero, supongo que muchos de los jugadores ya se encuentran en alguna paradisíaca playa sin recordar lo sucedido y descansando para reintegrarse a sus equipos.
Todos son millonarios. Los futbolistas de primera división son muy bien pagados. Desconozco si lo merecen, es oferta y demanda, pero ellos ganan salarios que están muy por encima del ingreso de los mexicanos. Es más, para nuestros estándares de vida, serían más que ricos, millonarios.
Así que mientras el pobre trabajador asalariado ve con preocupación que el orgullo nacional se arrastra por la cancha por la apatía y mal juego de esos millonarios deportivos, los seleccionados muy tristes se irán en sus autos supedeportivos y lujosos a sus mansiones.
La molestia de las grandes empresas es que no hicieron más ganancias. Los fabricantes de cerveza, papitas, refrescos y demás patrocinadores, además de las cadenas televisivas también están molestas. Pero a diferencia del mexicano común su molestia no radica en la vergüenza deportiva, su molestia es porque la eliminación impide seguir vendiendo horas de trasmisión televisiva y la pérdida de excelentes tiempos publicitarios.
Así que si queremos realmente castigar a esa selección que nos promete tanto y nos da tan poco. Que cualquier Chile se le atraganta, hay que dejar de verlos, o cuando menos tomarlos menos en serio.

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