Como espectador televisivo de espectáculo televisivo del futbol y con un equipo favorito como las Chivas de Guadalajara, puedo perdonar muchas cosas, que desciendan a la segunda división e incluso que los jugadores no tengan talento. Lo que no soporto es que no mantengan un rendimiento similar entre partidos.
No me importaría que los 11 jugadores y no se diga la banca fueran jugadores malos, entiéndase sin talento, lo que no soporto es que salgan a jugar sin amor a la camiseta y sin que se les note que llegan al límite de su esfuerzo físico y de talento.
Ahora que está de moda el término "pecho frío", sobre todo para decir que Lionel Messi no tiene el coraje o corazón para hacer a Argentina campeón del mundo o cuando menos de América, creo que ese término les queda más a varios jugadores del rebaño.
Si bien se nos ha dicho hasta el cansancio que ahora los jugadores son profesionales y que no juegan por amor a la ciudad, de las que por lo regular los jugadores profesionales no son originarios o la falta de amor a las camisetas, porque juegan un par de torneos y son cambiados el decirles profesionales nos hace pensar que harán un gran desempeño donde estén.
En un mundo cada vez más competitivo para todas las profesiones. En donde los empleados de línea de producción son observados y cuantificados en su desempeño, en donde se exige que los maestros hagan exámenes para evaluar su desempeño, en donde a vendedores se les exigen ventas mínimas parece que los jugadores profesionales no tienen evaluaciones tan apremiantes.
Y es que tal vez a los que están en fuerzas básicas se les exija más y al lograr estar en primera división puedas mantenerte nadando de muertito, al menos en Chivas, donde los jugadores dan una de cal por un costal de arena.
Contrastante ver a Omar Bravo que siempre ha tenido más ganas de que cualidades a sus 35 corriendo y peleando cada jugada mientras otras falsas promesas nunca hechas realidad como el Chatón Enriquez, Chapo Sánchez y el que está listo para jugar en el Real Madrid Marco Fabián juegan con desdén. Tomando la pelota y esperando quitarse la responsabilidad con un mal centro, un tiro flojo o un medio desborde con pase lateral o hacia atrás.
Si fuera todo lo que dan sería mejor, así podrían correrlos, pero tenemos la desgracia de que al puro estilo del Bofo Bautista, cuando más convencido estás de que no deberían estar ni en la banca, hacen una buena jugada que te deja el sabor agridulce de que si quisieran, si no se desvelaran, si vieran su profesión con seriedad podrían hacer más.
Así que una jugada buena cada dos o tres partidos que los mantiene en el equipo, mientras el equipo se hunde. Qué importa, en la tarde habrá fiesta, el lunes a los entrenamientos, a prometer que ahora si. Al cabo si el equipo desciende seguro que nos transfieren.
Recuerdo la película de "Rudy" una historia verídica del jugador de Notre Dame Rudy Ruttiger un jugador de futbol americano con mucho corazón y poco talento. Que hizo hasta lo imposible por pisar el terreno de juego con su equipo. Algo deberían de aprender.
Es por eso que jugadores profesionales como Guardado, Vela y el Chicharito duran en el futbol europeo, mientras que otros van de paseo una temporada y regresan a la mediocridad de nuestra liga.
Y si estoy molesto. Molesto de ver que mi equipo vaya perdiendo y sigan jugando mal y sin la intención de revertir el marcador. Cuantos centros de primaria después de cruzar 3/4 de cancha. Hay que quitarnos la responsabilidad de anotar un gol. ¿Una pared? ¿Toco y me muevo? ¿Qué es eso?
Creo que la grandeza del Barcelona, por mencionar al más grande actualmente. No solo radica en el gran talento de sus jugadores, sino en su profesionalismo. En cada juego dejan todo en la cancha. En cada partido juegan igual ganen y pierdan. Todos parecen saber que hará su compañero, no como acá que todos tienen una campechana actitud de a ver que se le ocurre a hacer al otro y a ver quien frota la lámpara y sale el genio que salve la semana.
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