En días pasados el presidente Enrique Peña Nieto hizo un comentario sobre el tema muy sacado de libro de texto de economía y dijo algo más o menos así: Hay algunos que se benefician ya que nuestros productos son más baratos en Estados Unidos y podemos exportar más y también podemos recibir más turistas con dólares que recibirán más por su dinero.
Agustín Carstens presidente del Banco del México dijo algo más interesante y es que todavía no hay motivos suficientes como para que la depreciación del peso afecte a la inflación, ya que los productores aún no ven afectados sus precios por el aumento de los costos de las materias primas que vengan del exterior.
Aún más interesante, el hermano, no se si incómodo, del Secretario de Hacienda, Eduardo Videgaray haciéndole el quite a su hermano leyó en su programa de radio quienes se benefician con la pérdida de valor de nuestra moneda. Además de los mencionados arriba, agregó otro grupo interesante, aquellas personas que reciben envíos de dinero de sus parientes en Estados Unidios (remesas).
Sin duda todos estos comentarios son ciertos, pero son tan sólo una parte de todas las implicaciones que generan los cambios en el mercado de divisas internacional. En el que el precio de las monedas está cambiando. En donde el gran ganador es el dólar que cada vez se aprecia más y los perdedores son las monedas de los países emergentes y el que más nos preocupa, el peso mexicano.
Hay unos ganadores inmediatos en la frontera. Todos aquellos que diariamente van a Estados Unidos a trabajar y ganar en dólares y regresan a México a gastar en pesos. Ellos ven como su poder adquisitivo aumenta. También les pasa a algunos directivos de maquiladoras u otro tipo de empresas transnacionales que tienen una parte de su salario en dólares.
Otros grandes ganadores que no necesariamente están en México son los especuladores cambiarios. Aquellos que conocen el mercado y aprovechan la situación para especular y ganar dinero con las variaciones de las cotizaciones de las monedas conforme pasan los días y de lugar en lugar.
En otras épocas sobre todo en Europa existían devaluaciones competitivas. Los gobiernos de los países al ver que perdían fuerza sus exportaciones devaluaban por decreto sus monedas y con esto inmediatamente lograban hacer que sus productos fueran más baratos en el exterior.
Los últimos en hacer esto son los chinos que recientemente devaluaron su moneda en un 2% precisamente para darle un empujón a su sector exportador.
En el caso de México, que es un país con mucho contacto con el exterior la apreciación de la divisa norteamericana afecta a una mayor cantidad de población de la que beneficia. Son miles los productos norteamericanos o extranjeros en general comprados con dólares que ingresan al país. Estos al llegar a los comercios tienen un precio en pesos más elevado. Esto crea también presiones inflacionarias.
Las empresas también compran productos en dólares, pueden ser maquinaria y equipo o materias primas, haciendo que sus productos aunque se compren en México también sean más caros. A eso hay que agregar los créditos en dólares que tienen muchas empresas.
¿Qué podemos hacer ante la depreciación de nuestra moneda? No mucho. Evitar contraer deudas en dólares, no comprar más de lo necesario y rogar a todos los santos porque la turbulencia financiera no dure tanto y una vez que esto pase el reacomodo de las monedas en los mercados mundiales beneficie al peso mexicano.
También podemos esperar del gobierno mexicano que evite caer en un gran endeudamiento, el Banco de México vigile las metas de inflación y evite caer en la tentación de mantener artificialmente el precio del dólar ante el peso, ya que eso a la larga sólo haría que agotar las reservas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario