Influenciado por mis conocidos bicicleteros y tantas publicaciones en las redes sociales, decidí regresar a mi trabajo después de comer en bicicleta. A fin de cuentas, es el día mundial sin auto.
Al parecer no muchos vieron las publicaciones, ya que lo que más abundaba como siempre eran automovilistas frenéticos que quieren llegar a sus destinos saliendo escasos 5 minutos antes. No me dejé intimidar y en ropa de vestir en vez de mi disfraz de ciclista avancé la escasa distancia entre mi casa y mi trabajo en mi bicicleta más urbana.
El clima ya lo permite, pero es lo único. Trabajo y vivo en la "zona dorada" de Mexicali, la cual de dorado nada más tiene el apodo. La ruta entre mi casa y mi centro de trabajo atraviesa tres o cuatro fraccionamientos de lo más cotizado en la ciudad y la calzada Cetys, nombre que corresponde a la Universidad privada.
La ventaja de esto es que a diferencia de otros lugares, los carros que me pasan muy cerca y me pitan en su mayoría son bonitos y de modelo reciente y no destartalados carros chocolates como en otras zonas de la ciudad. La gente que se enoja porque ocupo un espacio en la vía son más nais, pero fuera de eso todo igual.
Es llamativo que si en Mexicali no hay ciclovías, bueno, hay una de nombre por el Río Nuevo, menos lo hay en la Zona Dorada. Aquí viene la contradicción: yo pensé que las ciclovías se hacían por insistencia de la nueva moda de entretenimiento hipster ecológica y no para la gente que los usa como única alternativa de transporte.
Al recorrer mi ruta vi que otros ciclistas también iban o venían de su trabajo. Creo que no lo hicieron por el #DíaMundialsinAuto pensé. Dudo que esos ciclistas con balde con cucharas para cemento o con uniforme de guardias de seguridad hayan visto el trentopic o el hastag.
Llegué a la oficina y mis compañeros me vieron extraño: ¿Para que te vienes en bicicleta? ¿Se te descompuso el carro o qué? Ah es que quiero hacer algo de ejercicio, dije para tratar de disculparme.
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