miércoles, 5 de octubre de 2016

Los Hermanos Papiro y Pergamino

A veces, en vez de llegar con una película de Arnold Schuarzenegger, Silvester Stalone o Chuck Norris mi papá traía alguna película VHS de los hermanos Mario y Fernando Almada. Generalmente se excusaba diciendo que mi tío se la prestó o que fue al videoclub y las de ciencia ficción o comedias americanas estaban todas rentadas.
Ni modo, en esos tiempos de tres canales en español en la ciudad de Mexicali no podía rechazarse el ver una película, aún y cuando fuera mexicana. Cabe recordar que en décadas pasadas el cine mexicano había perdido su lustre por tantas películas de ficheras.
Las películas de los hermanos Almada eran echas con con muchos menos recursos que sus similares de Estados Unidos. Muchas de ellas incluso parecían "videohomes", producciones caseras, pero es difícil ser tan duro en ese aspecto con nuestro país en crisis económica y compararlo con el gigante de la industria fílmica.

Los guiones tampoco brillaban por su originalidad. Por lo regular en estas películas los Almada tenían una vida tranquila, eran honrados hombres, padres de familia, rancheros, muy mexicanos que por alguna extraña fatalidad se veían inmiscuidos en algún problema con alguna banda criminal, narcotraficantes o cualquier grupo grande de villanos que brindara una buena cantidad de elementos para su posterior muerte a manos de estos justicieros campiranos.
El tratar de quitarles sus tierras, la muerte de un ser querido, el secuestro de alguien o cualquier otra terrible injusticia marcaban el inicio de de la epopeya Almada. Creo incluso que los guionistas de "Búsqueda Implacable" con Liam Neeson en donde dice su célebre frase de no se quien eres pero te encontraré y mataré copiaron las películas de los hermanos Almada.
Porque sobre todo Mario era implacable, las tragedias le ocurrían sin que el llorara o mostrara cualquier seña de debilidad, a menos que se tome como debilidad el buscar a los culpables y matarlos a balazos sin misericordia. Su rostro duro y mirada fría iniciaban la venganza.
Las balas nunca se le acababan, con algún viejo revolver, rifle o escopeta daba cuenta de los maleantes sin verse en la penosa necesidad de tener que recargar en momentos inesperados o peor aún quedarse sin balas
A paso lento pero firme, mientras zumbaban las balas (o más bien silbaban, porque los efectos de sonido de esas películas tenían muchas balas chifladoras) iba llenando de plomo a aquellos que habían cometido el error de meterse en su camino y su parsimonia.
Recuerdo una película en la que Fernando perdió una pierna, pero no recuerdo que a Mario le haya pasado algo. Tal vez si, pero en la imagen que dejó grabado en mi cerebro adolescente, Mario Almada era más duro que Charles Bronson, más mortal que Chuck Norris y gastaba mucho menos balas que Stalone.
Tuvo una larga vida que supongo fue tranquila a diferencia de sus películas. Desde que vi la primera película de ellos los vi viejos, de ahí el título de este escrito, pero sin duda la muerte lo pensó dos veces antes de ir por este señor.

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