lunes, 17 de octubre de 2016

A mi si me agradan los payasos.

Después de el ice bucket challenge, el Gangnam Style, los que comen elotes con taladro y Belinda rompiendo manzanas con la cabeza pensé que no vería nada más estúpido por un tiempo en las redes sociales.
Pero la capacidad de asombro en estos tiempos disminuye en forma directamente proporcional a las estupideces que presenciamos. Con la llegada de octubre, que además del mes de otoño, de la Serie Mundial, se finaliza con el ex rito pagano y ahora materialista de Halloween.
La verdad este mes me gusta por el fin del verano y porque los disfraces de las mujeres en Halloween han cambiado de horribles brujas a hechiceras con poca ropa, gatitas prostitutas, mujeres policías sexuales y arlequines exhibicionistas.


Este año en vez de adelantarnos con esa excelente costumbre aparecieron en Estados Unidos paysos dedicados a asustar a gente descuidada por las noches y luego varios simios imitadores nacionales comenzaron a replicar esto en México.
Creo que este fenómeno es una demostración de que los Ninis tienen demasiados recursos económicos disponibles. Pueden después de estar viendo idioteces en internet salir a la calle e imitarlas. Pero como dicen nuestras mamás, no se imita lo bueno, sino las cosas malas y extranjeras.
Esos llamados payasos asesinos que se aparecen en Estados Unidos, México y otros países como broma pesada han generado el rechazo de las personas y han desprestigiado al gremio de los verdaderos payasos.
El primer payaso diabólico, asesino o malo que recuerdo es el de la llamada película "IT" o "Eso" en español, la cual está basada en la novela de Stephen King. Ese filme hizo que un cumpleaños infantil de mi familia se transformara en un valle de lágrimas cuando llegó un payaso a animar la fiesta.
Como soy más viejo que IT, para mi los payasos siempre fueron buenos y divertidos, a mi me tocó ver a Cepillín, Bozzo, Rorrito, Lagrimita y hasta Platanito, los cuales con chistes blancos y bobadas hacían reir a los niños.
Entiendo la facilidad con la que pasan de divertir a asustar. Sus ropas y maquillajes son una exageración del ser humano. Su maquillaje busca recalcar los rasgos o expresiones humanas, mientras que sus ropas lo caricaturizan. Esa apariencia puede tomarse como divertida o grotesca, según el contexto en el que se mire.
En los últimos años me ha parecido que los medios de comunicación norteamericana quieren hacerle a los payasos lo mismo que a los mimos: ridiculizarlos y hacerlos ver como personajes molestos, desagradables e idiotas.
Tal vez buscan la desaparición de estos dos tipos de artistas que vienen de eras del entretenimiento anteriores a la televisión y el internet. Los payasos habían logrado adaptarse más a los tiempos modernos con programas televisivos, canciones y shows, sin embargo este es un duro golpe para ellos.

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