Todos los años es lo mismo. El 12 de octubre mientras el calendario oficial señala el "Descubrimiento de América", "Columbus Day". "El Día de la Raza" o como quiera que se le nombre a la llegada de Cristóbal Colón a América empiezan las voces que recuerdan que no fue un descubrimento, porque ya se conocía, que más bien fue un genocidio, una masacre de nuestros antepasados y que no hay nada que celebrar.
Alguna vez hice enojar a una indigenista cuando me decía: "Nosotros antes de la llegada de los españoles" y le contesté: "Disculpa, pero mis ancestros descendieron de los barcos". Lo cual hizo que se pusiera fúrica.
Obvio lo dije por molestar. Al igual que la mayoría de la población mexicana soy mestizo. Pero siempre me ha parecido que si reconocemos a nuestros ancestros indígenas también tenemos que reconocer nuestra herencia europea.
Estoy de acuerdo que aquello no fue un encuentro. Que no fue un bello romance, sino una violación. Pero los protagonistas de esa historia ya murieron y nosotros somos el producto de ese traumático evento.
Alemania perdió dos guerras mundiales contra los que ahora son sus mayores socios comerciales. Japón sufrió el único ataque nuclear en la historia de la humanidad y ahora es socio y aliado de su atacante.
Pero así como Estados Unidos alienta su nacionalismo inventando enemigos actuales a lo largo de su historia (ingleses, indios, mexicanos, españoles, alemanes, rusos y terroristas musulmanes), México lo alienta con sus enemigos de un pasado que nunca olvida.
No defiendo "La conquista de América" un episodio horrible de la humanidad en el que millones de personas y otras fueron humilladas, obligadas a renunciar a sus creencias, a su cultura, a su idioma y a trabajos forzados. Pero América ya no es una tierra llena de pueblos autóctonos, sino de Estados modernos llenos de habitantes mestizos de todas las razas del mundo.
Debemos aceptar y sacar partido de la mezcla de cultura que ocasionó esa tragedia, si así queremos llamarla y aprovecharla en nuestro beneficio. Como ya lo hacemos con aspectos tan sencillos como nuestra comida y artes.
Debemos dejar nuestros traumas que por un lado nos hacen odiar a los antiguos conquistadores, pero a la vez juzgamos de más bellas a las personas más blancas. Debemos dejar de se satanizar a La Malinche, pero debemos dejar de malinchistas.
Hay que dejar de glorificar a todo lo prehispánico pero también de discriminar a los que tienen razgos indígenas.
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