jueves, 7 de noviembre de 2013

El amargo sabor del desamor.

El amor es uno los sentimientos más bellos que gozamos los seres humanos, pero como todas las cosas, sobre todo si creemos en la dualidad, tiene su lado oscuro, o mejor dicho amargo.

Se han gastado ríos de tinta escribiendo del amor y miles de horas hombre se pierden entre hombres y mujeres hablando del amor. No obstante, creo que se el desamor tiene aún más literatura, música, película y temas de conversación que el amor bonito o realizado.

"Y como cerrar tantas heridas, cuando la sangre no ha dejado de brotar", "Payaso, soy un triste payaso", "Te vi sin que me vieras, te hablé sin que me oyeras y toda mi amargura se ahogó dentro de mi", "No saben, que pensando en tu amor, he podido ayudarme a vivir", "Ya escucho las campanas, de tu boda replicar", "Todo se derrumbó, dentro de mí". Son una pequeñísima muestra de las frases desgarradoras que la música tiene para que disfrutemos nuestro dolor y nos revolquemos en el hasta la saciedad.

Porque aunque se supone que queremos superarlo y seguir adelante, tenemos "como el corazón sumergido en chile" y cada resoplada que damos tratando de quitarnos el ardor (literal) que tenemos más nos enchila, más nos enoja y más nos hace pensar en la estupidez que cometimos al caer en ese mal momento.

No es que alguien lo tuviera planeado. Se supone que todos al enamorarnos buscamos ser correspondidos y ser una historia más con final feliz. No siempre pasa. En ese mundo de fantasía que crea nuestro cerebro y nos parece una excelente idea, hace falta algo muy importante, la opinión del objeto de nuestros más románticos deseos.

¡Oh! ¡Sorpresa! Esa personita tal vez te sonría, tal vez le caigas simpático, incluso y, mala suerte, eres su mejor amigo, pero no te ama. Mal por ella, no sabe que tú, en esa vorágine de amor, podrías hacer tantas cosas por ella. Caminar descalzo en agosto a mediodía por el pavimento, traerle nieve de los Andes, alcanzarle una estrella y hasta tal vez, solo tal vez, trabajar más de 8 horas al día para procurar que nada del falte. El plan era tan bueno, si tan sólo lo hubiéramos discutido a fondo, tal vez faltó una buena estrategia publicitaria.

Entre los hombres mexicanos tenemos como referencia el célebre chiste de Polo Polo: "Caballo Verde", el cual relata como un tipo hace toda la planeación de su estrategia de ligue de la mujer que le gusta, con tal detalle y tal definición que cuando lo pone en práctica, una pequeña variante del mismo lo hace fallar. (busquen el chiste, es muy bueno, porque no es menester de este deprimente artículo contar chistes). Los hombres somos así, el hacer la planeación y luego enfrentar el fracaso hace que nos duela más.

En fin. Ella se lo pierde, dicen nuestros amigos, ¿Pero si ella se lo pierde porque el muerto viviente es uno? También puede que escuches otras frases que vienen cargadas de buena fe, pero son tan frases hechas y lugares comunes que suenan tan huecas: "Las cosas pasan por algo", "Hay muchos peces en el mar", "Ya vendrán otras", "Estás mejor sin ella".

Alguna vez un amigo me dijo que "Recorriste tanto el camino, que en vez de enamorarte del lugar, te enamoraste del camino" y me hizo pensar en la verdad de su  comentario. Salvo personas con alguna tendencia masoquista, el común de la gente no buscamos enamorarnos para sufrir, queremos cristalizar nuestras fantasías y nuestros sueños amorosos. No siempre sale bien y cuando estamos en el desamor, hacemos tanto alarde de ello que parece que lo disfrutamos. Quiero pensar que no disfrutamos el dolor, sino disfrutamos el pensar y recordar a la persona amada.

Tal vez lo que debemos hacer es pasar un periodo de duelo natural y seguir con nuestra vida adelante. Cuando volvamos a sentir esos locos sentimientos románticos sobre una nueva persona, no hay que temer, pero si hay que utilizar nuestras experiencias vividas para conquistarla, o cuando menos, para hacer más ligero ese nuevo desamor.

sábado, 19 de octubre de 2013

¿Quiere redondear para apoyarse a si mismo?

Hace varios años alguien tuvo una genial idea en México. Para ayudar a causas sociales o especiales bastaba con contestarle al cajero de una gran cadena comercial que si apoyabas "el redondeo". Con eso el cajero quedaba autorizado para en vez de regresarte los centavos de tu cambio a través del sistema de cajas de la cadena comercial van a parar a una cuenta de ayuda a esa pobre gente desvalida.

Está bien, hay que reconocer que después este sistema de ayuda cayó bajo sospecha de la sociedad. ¿Realmente hacen llegar el dinero a esa pobre gente desvalida? ¿Construirán realmente otro centro de ayuda o solo quieren evadir impuestos? ¿A quién estamos becando? Esto provocó que mucha gente empezara a dejar de donar sin miedo de ser señalado socialmente como tacaño o insensible.

Así que tengo una propuesta. Que tal si esas grandes cadenas comerciales te preguntan ¿Quiere redondear para abonar a su Afore? o tal vez ¿Quiere redondear para abonar a su crédito hipotecario?

Así como las tiendas de conveniencia te dan una pequeña tarjetita con un código de barras para que se realice más rápido la captura de tu tiempo aire o para tener tus datos fiscales para hacer la facturación. Podríamos tener una tarjeta con un código de barras que indique la cuenta de la hipoteca o la afore que tenemos y a la cual se va a abonar esos pequeños centavos.

Creo que la mayoría de las personas aceptarían este redondeo, en especial cuando vean sus estados de cuentas y vean esos pequeños depósitos de algunos centavos que aumentan su cuenta (en el caso de las afores) o la disminuyen (en el caso de las hipotecas).

Recuerdo cuando saqué mi casa a crédito y al hacer preguntas al empleado de la hipotecaria le dije: ¿Y que tal si en vez de 4,750 pesos al mes abono 5,000  y que los 250 de más se vayan a abono a capital? No puede hacer eso señor. Tiene que abonar a capital por lo menos una cantidad igual o superior a su abono mensual. Obviamente casi nadie puede hacer eso, tal vez algunos solo una vez al año. Así que ahí están sólo pagando intereses y abonando muy poco a capital.

En el caso de las Afores, las aportaciones voluntarias no son lo abundantes que podrían ser. En una economía necesitada de dinero por parte de sus habitantes es difícil que una persona decida abonar a una cuenta que podrá cobrar hasta el final de su vida laboral en vez de gastar su dinero ahora. Sin embargo, si puede abonar unos cuantos centavos a su futuro de vez en cuando. La idea no suena tan mala.

De hecho sistemas como este funcionan. Banco de América en Estados Unidos al abrir una cuenta te preguntan que si quieres participar en un programa en el que si realizas una compra usando tu tarjeta de débito quieres que se redondé el precio y los centavos se depositan de tu cuenta de cheques a tu cuenta de ahorros.

Esta propuesta tal vez no sea muy interesante para las grandes compañías ya que las hipotecarias no quieren que les pagues porque prefieren ganar con los intereses generados por los 20 o 30 años que pagarás la hipoteca y las instituciones financieras prefieren evitar los costes administrativos de  pequeñas transacciones de centavos, sin embargo, creo que al ciudadano común le haría bastante bien.

jueves, 15 de agosto de 2013

Consideraciones económicas del precio de la gasolina en México.

Ante la reciente discusión nacional sobre la reforma energética, en donde el argumento dogmático es si los mexicanos seguiremos siendo "dueños" del petróleo o no, lo más importante para el ciudadano común es: ¿Costará más la gasolina o bajará de precio?

Después de haber vivido unos años en los que la gasolina era más barata en México que en Estados Unidos los mexicanos hemos sufrido ajustes a la alza del precio del hidrocarburo que los medios de comunicación han llamado "gasolinazos".

Esto ha generado el descontento de la población. Sin embargo, podríamos reflexionar sobre el tema. ¿Debería estar la gasolina más barata? Aunque cualquiera puede dar su respuesta, me gustaría señalar algunas consideraciones económicas sencillas.

1. La escasez. El petroleo, indispensable para hacer la gasolina, es un bien escaso. No todos los países del mundo poseen este recurso natural tan importante. México ha sido bendecido al tenerlo en su relativa abundancia. Si bien hay cosas que son muy importantes para la vida como el aire, su abundancia (o falta de escasez) los hace poco valiosos económicamente. Mientras que otros con poca importancia para la vida por su escasez son muy codiciados, como las piedras preciosas. Más aún, un mismo bien puede ser valioso o no de acuerdo a la escasez con que cuente en cierta circunstancias. Para un perdido en desierto un vaso de agua podría ser lo más valioso, mientras que esa misma persona en la comodidad de su hogar le daría poca importancia.

2. Oferta y demanda. En este mundo regido por precios de mercado, es decir, establecidos por las leyes de la oferta y demanda el petróleo no está exento. Habemos muchos demandantes de gasolina en el mundo y muy pocos oferentes de la misma. Nuestra dependencia sobre el recurso hace que el precio tienda a la alza. Si se ofreciera más gasolina y siguieramos demandando la misma cantidad, el precio bajaría. Por desgracia, conforme pasa el tiempo somos más los que queremos más gasolina y menores las fuentes de abastecimiento.

3. Falta de bienes sustitutos. Realmente no tenemos alternativas más económicas que la gasolina. Si bien algunos vehículos pesados utilizan gas natural en vez de gasolina, para el consumidor promedio no hay este tipo de vehículos o dispositivos para utilizar este combustible alterno que incluso proviene de donde mismo. Los vehículos eléctricos son demasiado caros y aún no son una alternativa real. No hay una red suficientemente grande en el mundo para el etanol y en México este es inexistente como combustible para el consumidor.

4. Monopolios y oligopolios: En México solo tenemos una alternativa para comprar gasolina. Pemex. Si bien bien las gasolineras operan con un sistema de franquicias, ellos no pueden fijar el precio para competir con sus rivales que, seamos honestos, para nosotros la única diferencia es si te dan el litro lo más cercano al litro posible. Así que como no hay quien más lo venda, Pemex puede venderlo al precio que le de la gana. En el contexto mundial si bien hay varias empresas que producen y venden gasolina como Exxon, Shell, Texaco, Citgo, etc. No son demasiadas y usualmente se ponen de acuerdo para manejar ciertos precios que les permitan sobrevivir y obtener altos margenes de ganancias. Estas empresas como las mujeres, pueden pelearse pero tratan de no hacerse mucho daño.

5. Precios futuros. Si bien el precio del petróleo,  y por tanto la gasolina, sufre variaciones a la alza y a la baja durante el año en los mercados mundiales, sabemos que el petróleo tiene sus días contados. Tal vez no mañana ni el año siguiente, pero al ser un recurso natural no renovable, este se acabará en un futuro ya no tan lejano, así que los especuladores e inversionistas mundiales lo saben y apuestan a que cada vez estará más cara la gasolina. Y el hecho de que todos sepamos esto y se haga la planeación económica con precios a la alza hace que los precios suban. Es la profecía autocumplida.

6. Pemex como parte del gobierno. Si bien el discurso dice que el petróleo es de los mexicanos y por tanto nosotros quisiéramos que por este motivo nos diera la gasolina a un costo subsidiado, que de hecho lo subsidia, pero que aún nos fuera más barato el combustible. Tal como se nos subsidia el costo del agua y en algunos casos de la energía eléctrica. Sin embargo,  Pemex no opera como una empresa privada y sus ganancias en vez de repartirse entre los accionistas o reinvertirse en la empresa, en gran parte se dedican a complementar los ingresos del país. Dinero muy necesario  ya que la recaudación fiscal es muy deficiente. Así que aunque se genere más gasolina si se le sigue dando la carga de complementar los ingresos nacionales, difícilmente bajará el precio de la gasolina.

En base a estas observaciones saque cada quien sus conclusiones, o mejor dicho, saque su bicicleta y busque un automóvil más pequeño en vez de esperar el día en que pueda llenar el tanque de su pick up V8 con 200 pesos.

jueves, 11 de julio de 2013

Consejos de Don Quijote de la Mancha para el nuevo gobernante.

Consejos de Don Quijote de la Mancha para el nuevo gobernante.

En un capítulo El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, en toda su sabiduría resguardada en su locura, aconseja a su fiel escudero Sancho Panza quien por azares del destino es elegido para gobernar una ínsula. Los consejos que da Don Quijote hace casi 500 años bien podríamos darle al Gobernador Electo de Baja California.

La novela de El Quijote no es sólo la historia de un viejo loco acompañado por su escudero. Tiene aspectos filosóficos, de crítica social y sienta las bases de nuestro idioma y refleja nuestra cultura hispana. Con refranes y pasajes que son aplicables hoy en día y al leerlos nos hace pensar que lo dijeron nuestros abuelos.

Sancho Panza no es de la misma madera que Don Quijote. No está loco y no lo guía un estricto código de honor caballeresco. Sancho es simple, rústico e ignorante labriego que es convencido a lanzarse a la aventura con la promesa de recompensas materiales y la posibilidad de gobernar “aunque sea una ínsula”.

Sancho no es malo. Pero su simpleza y pobreza lo hacen tener necesidades muy inmediatas. La pobreza de su ocupación de labriego, su esposa Teresa Panza y tener que casar a su hija Sanchica lo hacen tener como prioridad lo material y no los honores que busca Don Quijote.

La novela es una gran crítica de Miguel de Cervantes a la España que vivió: el fin de los Quijotes y el inicio de los Sanchos Panza. Lamentablemente en México en la actualidad los caballeros quijotescos son muy extraños y abundan los Sanchos (esto incluso sin contar a los Sanchos de alcoba).

Todos nuestros políticos nos dicen que son Quijotes, que tienen un sueño, que se guían por un estricto código de honor, son caballeros andantes de reluciente armadura. La realidad es otra, Son Sanchos Panza. Buscan su ganancia, quieren ganar bien, gobernar su ínsula, comer bien, que les rindan honores y vivir una buena vida.

Sin duda no queremos viejos locos de gobernantes, suponiendo que no los tengamos ya. Pero por lo menos que se guíen con cierto nivel de honor de un caballero andante y que tengan sueños quijotescos que lleven a la realidad.

Aconseja el Quijote primeramente: Has de temer a Dios. Sin caer en discusiones teológicas en estos tiempos ya nadie tiene temor a Dios, dirían las abuelas y con razón. La pérdida de una moral religiosa y la falta de una moral laica nos ha hecho una sociedad que puede hacer cualquier cosa sin castigo en este u otro mundo. Esto es particularmente aplicable a los políticos.

Segundo, sugiere Don Quijote a Sancho que no se olvide de quien es, que se conozca a sí mismo y “Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana que quiso igualarse con el buey”. Es decir, el conocerte evita que se te suban los humos y pienses que el nuevo cargo te hace un ser superior a los demás.

Haz gala, de la humildad de tu linaje, preciate de ser humilde virtuoso, que pecador soberbio. Los cargos populares deberían de tener como requisito obligatorio la humildad. Pese a que son elegidos por el pueblo, muchos funcionarios se vuelven soberbios y solo en contadas ocasiones hacen eventos para darse baños de pueblo.

Suena quijotesco, pero también recomienda que Sancho, quien será gobernante de una ínsula, tome el camino de la virtud y haga hechos virtuosos. Que trate bien a los parientes, pero no menciona que se les den puestos de trabajo ni que se pongan negocios y propiedades a su nombre.

Le aconseja a Sancho que sepa descubrir la verdad entre las promesas y dádivas del rico, como por entre los sollozos e inoportunidades del pobre. ¿Cuántos empresarios se acercan al nuevo gobernante con grandes proyectos y dádivas y cuantos grupos de “pobres se acercan llorando por una una dádiva?

Obviamente le aconseja que sea justo, pero le advierte que si acaso dobla la vara de la justicia, que sea por misericordia y no por una dádiva.Y al que castigare con hechos no trate mal con palabras. Osea no hay que agregar el insulto al agravio.

miércoles, 10 de julio de 2013

El 4 de julio fronterizo.

El 4 de julio fronterizo.

¿Vas a celebrar el 4 de julio? Preguntó alguien y se me subió la indignación a la cabeza. ¡No soy gringo, soy mexicano! ¿Por qué habría de celebrar el nacimiento de un país que no es el mío?

Cumplió un año más de vida un país que es el más odiado del mundo. Ni Corea del Norte, Irán o Israel generan más sentimientos negativos o por lo menos encontrados alrededor del orbe. El sentimiento anti Estados Unidos es casi generalizado y muchas veces justificado entre los países incluso sus socios comerciales y estratégicos.

Nació independizándose de su mayor aliado militar, el Imperio Británico. Sentó sus bases eliminando naciones nativas, robó territorios a México, compró territorios presionando a ingleses, franceses, españoles y mexicanos. Asoló Latinoamérica durante la era del Gran Garrote bajo el lema de “América para los americanos” (que siempre sentimos que su visión era para los norteamericanos). Intervenciones directas, golpes de Estado, fueron la constante. El solo mencionar el canal de Panamá, Los Niños Héroes, Cuba, Grenada, Nicaragua, El Salvador y la deuda externa, nos hace tener un ataque de indignación antinorteamericana.

Nuestro sistema educativo, o al menos el que me tocó a mi y a mis padres, era extremadamente nacionalista con héroes por lo general mártires y con un villano muy malvado y recurrente: Estados Unidos. Ese germen anti Estados Unidos se desarrolla rápidamente en la frontera desde el momento que la cruzas. Es más, hasta antes de cruzarla, al ver la línea que ahora en muchas partes es barda, con su mensaje implícito: No los queremos acá.

El mal trato o por lo menos poquísima amabilidad de la mayoría de los agentes fronterizos y uno que otro episodio de racismo leve o extremo sufrido en carne propia o en la de un pariente, familiar o amigo hacen que eso aumente.

La permeabilidad que ha vivido la cultura latina en los últimos años no borra aún el sabernos diferentes.

Sin embargo, en el fondo, sabemos que necesitamos de Estados Unidos y hasta nos gusta.

No solo porque a nivel país, macroeconomicamente, Estados Unidos es nuestro principal socio comercial y así debe serlo por la situación natural de compartir una muy extensa frontera. Bien lo dijo Porfirio Díaz, pobre de México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos. Pero en vez de compadecernos debemos aprovecharlo.

Al igual que la mayoría de los bajacalifornianos, una parte de mi familia está en otros estados de México y otro gran número de parientes, familiares y amigos vive en Estados Unidos. Con gusto y envidia cuando venían de visita veíamos sus carros más nuevos que los nuestros, la cartera llena de dólares y uno que otro regalito para niños, abuelas, etc. Son momentos de encuentro y gozo, pero esa aparente buena vida y riqueza que les vemos es producto de arduo trabajo que día a día llevan a cabo mexicanos que han encontrado en Estados Unidos una nueva vida. Muy dura pero que a algunos les da recompensa.

Más aún. Muchas de nuestras familias fueron o son sostenidas por algún padre o madre de familia que todos los días va y viene a trabajar a Estados Unidos. Algunos cruzan diario, otros cada semana y los menos afortunados se alejan por tiempos más largos para dar sustento a su familia.

La lejanía con el resto de México, estamos en la esquina más lejana de la capital y un gran desierto se interpone, el abastecimiento de productos de todo tipo hace que crucemos a comprar “el mandado”. O al menos parte de él, lo que nos sale más barato.

El aumento de la gasolina en los últimos años ha evitado la fuga de mexicanos de la frontera a cargar sus vehículos en Estados Unidos, pero la verdad es que desde que desde antes que Baja California estuviera constituido como el Estado 29, comprabamos la gasolina al otro lado de la frontera.

Culturalmente también tenemos mucha influencia. Qué adulto actual no creció viendo las caricaturas de los canales americanos. Más que barrera verlas en inglés nos orilló a aprender algo del idioma anglosajón. Después, los que teníamos suerte, vivíamos con la ilusión y la promesa de ir a Disneyland, Magic Mountain, Knotts Berry Farm, Sea World o el San Diego Zoo. Al ver a nuestros primos del resto de México informabamos con orgullo que ya conocíamos todos esos lugares paradisíacos para los niños.

Otro fenómeno cultural fronterizo es la gran cantidad de mexicanos que estudian o estudiaron en escuelas públicas de Estados Unidos, la mayoría solo a nivel elemental. Afortunadamente muchos hispanos ya están estudiando a niveles superiores en aquel país.

Es un viejo comentario el decir que de Estados Unidos nos gustan los dólares y las gringas. No sé si es verdad, depende de cada quien, a mi siempre me han gustado ambas cosas. Pero también me gustan las hamburguesas, hotdogs, sus parques de diversiones, películas y muchos otros aspectos de su vida. Pero sobre todo amo a mi país y sus costumbres.

No pretendo sugerir que amamos a Estados Unidos, pero sí  que gracias al esfuerzo de nosotros los mexicanos que vivimos en la frontera hemos logrado obtener beneficios económicos y culturales de el vecino del norte y espero que los que lograron su ciudadanía sigan abriéndose paso allá sin olvidar sus raíces y a sus familiares.

No votaré en estas elecciones.

No votaré en estas elecciones.

Por Juan Carlos Avitia.

Desde que soy mayor de edad creí en mi obligación de ir a votar en todas las elecciones y así lo hice. No siempre he votado por el mismo partido, pero casi siempre he terminado decepcionado de mi voto.

En esta ocasión, en este estado bipartidista (seamos honestos, los demás partidos son demasiado pequeños y sólo sobreviven aliandose con los principales), ninguno de los dos candidatos me convence. He oído más cosas malas de ellos que buenas y es más fácil creer las malas. De los alcaldes, uno malo por conocido y otro malo por conocer. ¿Diputados locales? ¿De donde salieron? ¿Cuándo los volveremos a ver? ¿Alguien sabe quien le toca en su distrito?

Las campañas son las mismas de cada tres años. El mismo modus operandi. Anuncios en radio, t.v., medios impresos y anuncios huecos. No hay propuestas en ellos y si escuchas el discurso, demagogia pura, lo que quieres oir. Más empleo, más bienestar, más seguridad, más de todo lo que quieres. Prometer no empobrece.

¿Existe algo más demagógico que los slogans gemelos de: “Conmigo la gente manda” y “Trabajo para ti”? ¿En realidad podremos ordenarle una vez en el poder? ¿Manda la gente como individuo o la mayoría silenciosa amorfa que se puede entender como lo que le convenga al gobernante? ¿Si trabaja para mi, por qué no me da su salario? ¿Una vez que gane puedo ir a su oficina y ordenarle lo que yo quiera?

Guerra sucia. La guerra es guerra, los sucios son los políticos. Lo malo de la guerra sucia para los políticos es que se descubren tal como son unos a otros. Si la mitad de lo que se dicen unos de otros es cierto, no conviene votar por ellos. Si es mentira, tampoco, serían unos mentirosos que son capaces de dañar a las personas por obtener sus objetivos.

Pero aún así me dirá mucha gente, tienes que ejercer tu derecho. Es más. Tienes que cumplir tu obligación como ciudadano, tantos años de lucha por la democracia para que no votes. Pues bien señores, esta no es la democracia que queríamos.

En México, se dice, vivimos una partidocracia. Los partidos políticos dominan la política nacional. SI quieres participar en política, tienes que afiliarte a alguno de ellos. No se permite que una persona pueda decir yo quiero, vaya, se registre y pueda ser electo. Antes tiene que ser priista, panista, perredista, verde o afiliado a cualquier partido registrado.

Aunque no se me ocurre por quien podría votar como candidato ciudadano, que tenga los méritos suficientes, el solo hecho de que no lo permitan me parece deleznable. Cualquiera que así lo desee debería tener el derecho de votar y ser votado sin tener que pasar por los partidos.

Bueno, pueden decir, puedes ir y votar blanco o anular tu voto. Así puedes manifestar tu descontento. Suena interesante, parece una postura muy intelectual. El problema para mi es que lo contarán como votos nulos. Juntándose mi voto de protesta con los de los tontos que no supieron como votar y señalaron más de un candidato o de los que fueron a poner un chistorete o una grosería en la boleta electoral.

Los organismos electorales insisten. ¡Vota! Es tu obligación. Que buenos guardianes de la democracia. Pero mi sospechosismo me hace pensar. ¿No será que ellos también sacan provecho de esto? El que vaya a votar los valida como árbitros electorales. Como un mal necesario de la democracia. Por lo cual necesitan dinero, cada vez más dinero, para mantener  un sistema democrático costoso en donde sus funcionarios son otra elite malcriada de servidores públicos, si así puede llamarseles, tal como a los diputados.

Y para finalizar, aunque se que por un lado está el sentimiento de no votaste no te quejes, está otro amargo sabor de boca de voté por ellos y mira lo que hacen.