Ante la reciente discusión nacional sobre la reforma energética, en donde el argumento dogmático es si los mexicanos seguiremos siendo "dueños" del petróleo o no, lo más importante para el ciudadano común es: ¿Costará más la gasolina o bajará de precio?
Después de haber vivido unos años en los que la gasolina era más barata en México que en Estados Unidos los mexicanos hemos sufrido ajustes a la alza del precio del hidrocarburo que los medios de comunicación han llamado "gasolinazos".
Esto ha generado el descontento de la población. Sin embargo, podríamos reflexionar sobre el tema. ¿Debería estar la gasolina más barata? Aunque cualquiera puede dar su respuesta, me gustaría señalar algunas consideraciones económicas sencillas.
1. La escasez. El petroleo, indispensable para hacer la gasolina, es un bien escaso. No todos los países del mundo poseen este recurso natural tan importante. México ha sido bendecido al tenerlo en su relativa abundancia. Si bien hay cosas que son muy importantes para la vida como el aire, su abundancia (o falta de escasez) los hace poco valiosos económicamente. Mientras que otros con poca importancia para la vida por su escasez son muy codiciados, como las piedras preciosas. Más aún, un mismo bien puede ser valioso o no de acuerdo a la escasez con que cuente en cierta circunstancias. Para un perdido en desierto un vaso de agua podría ser lo más valioso, mientras que esa misma persona en la comodidad de su hogar le daría poca importancia.
2. Oferta y demanda. En este mundo regido por precios de mercado, es decir, establecidos por las leyes de la oferta y demanda el petróleo no está exento. Habemos muchos demandantes de gasolina en el mundo y muy pocos oferentes de la misma. Nuestra dependencia sobre el recurso hace que el precio tienda a la alza. Si se ofreciera más gasolina y siguieramos demandando la misma cantidad, el precio bajaría. Por desgracia, conforme pasa el tiempo somos más los que queremos más gasolina y menores las fuentes de abastecimiento.
3. Falta de bienes sustitutos. Realmente no tenemos alternativas más económicas que la gasolina. Si bien algunos vehículos pesados utilizan gas natural en vez de gasolina, para el consumidor promedio no hay este tipo de vehículos o dispositivos para utilizar este combustible alterno que incluso proviene de donde mismo. Los vehículos eléctricos son demasiado caros y aún no son una alternativa real. No hay una red suficientemente grande en el mundo para el etanol y en México este es inexistente como combustible para el consumidor.
4. Monopolios y oligopolios: En México solo tenemos una alternativa para comprar gasolina. Pemex. Si bien bien las gasolineras operan con un sistema de franquicias, ellos no pueden fijar el precio para competir con sus rivales que, seamos honestos, para nosotros la única diferencia es si te dan el litro lo más cercano al litro posible. Así que como no hay quien más lo venda, Pemex puede venderlo al precio que le de la gana. En el contexto mundial si bien hay varias empresas que producen y venden gasolina como Exxon, Shell, Texaco, Citgo, etc. No son demasiadas y usualmente se ponen de acuerdo para manejar ciertos precios que les permitan sobrevivir y obtener altos margenes de ganancias. Estas empresas como las mujeres, pueden pelearse pero tratan de no hacerse mucho daño.
5. Precios futuros. Si bien el precio del petróleo, y por tanto la gasolina, sufre variaciones a la alza y a la baja durante el año en los mercados mundiales, sabemos que el petróleo tiene sus días contados. Tal vez no mañana ni el año siguiente, pero al ser un recurso natural no renovable, este se acabará en un futuro ya no tan lejano, así que los especuladores e inversionistas mundiales lo saben y apuestan a que cada vez estará más cara la gasolina. Y el hecho de que todos sepamos esto y se haga la planeación económica con precios a la alza hace que los precios suban. Es la profecía autocumplida.
6. Pemex como parte del gobierno. Si bien el discurso dice que el petróleo es de los mexicanos y por tanto nosotros quisiéramos que por este motivo nos diera la gasolina a un costo subsidiado, que de hecho lo subsidia, pero que aún nos fuera más barato el combustible. Tal como se nos subsidia el costo del agua y en algunos casos de la energía eléctrica. Sin embargo, Pemex no opera como una empresa privada y sus ganancias en vez de repartirse entre los accionistas o reinvertirse en la empresa, en gran parte se dedican a complementar los ingresos del país. Dinero muy necesario ya que la recaudación fiscal es muy deficiente. Así que aunque se genere más gasolina si se le sigue dando la carga de complementar los ingresos nacionales, difícilmente bajará el precio de la gasolina.
En base a estas observaciones saque cada quien sus conclusiones, o mejor dicho, saque su bicicleta y busque un automóvil más pequeño en vez de esperar el día en que pueda llenar el tanque de su pick up V8 con 200 pesos.
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