jueves, 7 de noviembre de 2013

El amargo sabor del desamor.

El amor es uno los sentimientos más bellos que gozamos los seres humanos, pero como todas las cosas, sobre todo si creemos en la dualidad, tiene su lado oscuro, o mejor dicho amargo.

Se han gastado ríos de tinta escribiendo del amor y miles de horas hombre se pierden entre hombres y mujeres hablando del amor. No obstante, creo que se el desamor tiene aún más literatura, música, película y temas de conversación que el amor bonito o realizado.

"Y como cerrar tantas heridas, cuando la sangre no ha dejado de brotar", "Payaso, soy un triste payaso", "Te vi sin que me vieras, te hablé sin que me oyeras y toda mi amargura se ahogó dentro de mi", "No saben, que pensando en tu amor, he podido ayudarme a vivir", "Ya escucho las campanas, de tu boda replicar", "Todo se derrumbó, dentro de mí". Son una pequeñísima muestra de las frases desgarradoras que la música tiene para que disfrutemos nuestro dolor y nos revolquemos en el hasta la saciedad.

Porque aunque se supone que queremos superarlo y seguir adelante, tenemos "como el corazón sumergido en chile" y cada resoplada que damos tratando de quitarnos el ardor (literal) que tenemos más nos enchila, más nos enoja y más nos hace pensar en la estupidez que cometimos al caer en ese mal momento.

No es que alguien lo tuviera planeado. Se supone que todos al enamorarnos buscamos ser correspondidos y ser una historia más con final feliz. No siempre pasa. En ese mundo de fantasía que crea nuestro cerebro y nos parece una excelente idea, hace falta algo muy importante, la opinión del objeto de nuestros más románticos deseos.

¡Oh! ¡Sorpresa! Esa personita tal vez te sonría, tal vez le caigas simpático, incluso y, mala suerte, eres su mejor amigo, pero no te ama. Mal por ella, no sabe que tú, en esa vorágine de amor, podrías hacer tantas cosas por ella. Caminar descalzo en agosto a mediodía por el pavimento, traerle nieve de los Andes, alcanzarle una estrella y hasta tal vez, solo tal vez, trabajar más de 8 horas al día para procurar que nada del falte. El plan era tan bueno, si tan sólo lo hubiéramos discutido a fondo, tal vez faltó una buena estrategia publicitaria.

Entre los hombres mexicanos tenemos como referencia el célebre chiste de Polo Polo: "Caballo Verde", el cual relata como un tipo hace toda la planeación de su estrategia de ligue de la mujer que le gusta, con tal detalle y tal definición que cuando lo pone en práctica, una pequeña variante del mismo lo hace fallar. (busquen el chiste, es muy bueno, porque no es menester de este deprimente artículo contar chistes). Los hombres somos así, el hacer la planeación y luego enfrentar el fracaso hace que nos duela más.

En fin. Ella se lo pierde, dicen nuestros amigos, ¿Pero si ella se lo pierde porque el muerto viviente es uno? También puede que escuches otras frases que vienen cargadas de buena fe, pero son tan frases hechas y lugares comunes que suenan tan huecas: "Las cosas pasan por algo", "Hay muchos peces en el mar", "Ya vendrán otras", "Estás mejor sin ella".

Alguna vez un amigo me dijo que "Recorriste tanto el camino, que en vez de enamorarte del lugar, te enamoraste del camino" y me hizo pensar en la verdad de su  comentario. Salvo personas con alguna tendencia masoquista, el común de la gente no buscamos enamorarnos para sufrir, queremos cristalizar nuestras fantasías y nuestros sueños amorosos. No siempre sale bien y cuando estamos en el desamor, hacemos tanto alarde de ello que parece que lo disfrutamos. Quiero pensar que no disfrutamos el dolor, sino disfrutamos el pensar y recordar a la persona amada.

Tal vez lo que debemos hacer es pasar un periodo de duelo natural y seguir con nuestra vida adelante. Cuando volvamos a sentir esos locos sentimientos románticos sobre una nueva persona, no hay que temer, pero si hay que utilizar nuestras experiencias vividas para conquistarla, o cuando menos, para hacer más ligero ese nuevo desamor.

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