Ya le habían revisado que hubiera chispa, compresión y mezcla, pero el pequeño auto importado deportivo no encendía. El compadre Juan lo había comprado a buen precio precisamente porque no podían echarlo andar, pero habían pasado los días y no funcionaba.
Juan tenía conocimientos de mecánica, en el amplio terreno de su casa tenía la herramienta necesaria que usaba para arreglar sus otros carros, el carro de la dependencia de su trabajo, los de sus familiares y amigos y alguno que otro por negocio.
Pero este carrito no cooperaba. Muchos amigos que iban a visitarlo para tomarse algunas cervezas, con ciertos conocimientos de mecánica le decían: ¿Juan ya revisaste esto? ¡Desde cuando! ¿Te fijate en aquello? ¡Fue lo primero que hice!
Molesto seguía, en las tardes cuando volvía del trabajo, tratando de prender su carrito mientras que los amigos pensaban cual podría ser la falla mientras bebían cerveza.
Después de varios días una tarde Juan les dijo a sus amigos que lo veían cerveza en mano. -¡Ahorita van a ver como prende el hijo de la chingada! Mientras lo observaban fue por un galón de gasolina.
Aunque algunos pensaron que la gasolina era para vertirle una poca al carburador Juan se la regó encima al pequeño automóvil y le prendió fuego y exclamó -¿Ven como si prendió el hijo de la chingada?
Una de las consecuencias económicas de ese coraje de Juan o más aplicable la frase en inglés de "It was the heat of the moment", además de la pérdida del vehículo fue la multa que le aplicaron los bomberos de la ciudad cuando fueron a apagar el carro que ahora si que estaba prendido.
La historia me la contó mi papá y es sobre un compadre de él, el cual yo conocí y fui amigo de su hijo en mi infancia, así que salvo ese incidente conocí varios aspectos de su vida y forma de ser.
Pero para cuando mi padre me contó la historia ya estábamos en pleno siglo XXI y eso pasó a finales de los años setenta del siglo pasado. Con mi visión del mundo de esta época me parece incomprensible que alguien por muy molesto que esté pueda prenderle fuego a un vehículo. No sólo por el daño ecológico, sino por la pérdida económica.
Al parecer en los años setenta y un poco antes había en la frontera de México un poder adquisitivo capaz de lograr que un empleado sindicalizado de la antigua administradora de las aguas nacionales pudiera mantener a su familia compuesta por su esposa, dos hijos, uno que otro gorrón, cahuamear seguido, tener casa con terreno amplio, automóvil y todavía darse el lujo de quemar otro por puro berrinche.
Eran tiempos mejores, dirán algunos. En aquellos tiempos el dinero si alcanzaba, dirán otros. La realidad es que el poder adquisitivo de los mexicanos se ha reducido de manera importante en las últimas décadas.
Aunque a lo estadounidenses también les ha afectado el sistema económico actual y los baby boomers tuvieron una posición económica más holgada que la generación actual que si bien tiene muchos bienes y servicios, su nivel de endeudamiento se ha elevado.
Los gringos ya no nos venden carros baratos como en los sesentas y setentas. Ahora todo lo venden a buen precio por ebay o en vivo y los autos fronterizos son caros y puro "salvaje" (savage).
En aquellos años de la postguerra y hasta los años setenta si le decías a tus padres que te ibas a casar te regalaban la casa y la boda. Ahora si bien te va te dan la bendición y se alegran porque eres una boca menos en casa.
Gran parte del problema es que el deterioro de nuestro poder adquisitivo se ha dado de forma tan gradual y paulatina que no nos hemos dado cuenta. Nos pasa como a la rana que estaba en una olla en una estufa y le fueron subiendo la temperatura tan lentamente que nunca saltó y fue hervida.
Aunque tenemos años con cifras macroeconómicas buenas o aceptables no hemos logrado que estas se traduzcan en un mejor bienestar para le gente común.
Y volviendo al tema del automóvil de Juan. No sé como no pudieron prenderlo si en aquel tiempo los carros eran de puntos y carburador.
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