sábado, 23 de enero de 2016

Querido hijo, solo te cargué un momento.

Querido hijo, solo te cargué un momento.  Con tanto miedo y Tanto dolor que no pude verte bien.

Debo confesarte que si tu tío Dany no hubiera estado ahí apoyandome y aconsejamdome no te hubiera visto. Dany me hizo reflexionar que si no me hubiera despedido de ti nunca me lo hubiera perdonado.

Nunca me ha gustado ver a los muertos en los velorios. Desde que tu bisabuelo Anselmo murió cuando yo era niño odio a la gente que los ve con morbo.

Cuando vi a las enfermeras acercándome tu cuerpecito envuelto en tu mortaja azul sentí que todo se me derrumbaba y confieso,  no pude contener el llanto.

Te descubrieron y yo estaba aterrorizado.  Tenía miedo de verte deforme o lastimado.  Fue un alivio y un gran dolor ver tu cuerpito bien formado. Ibas a ser un niño muy lindo.

Lloramos Dany y yo. Así no era como quería cargarte. Pero gracias a Dios tuve la oportunidad de hacerlo.

Tu mamá está bien. Todavía estamos en el hospital.  Más tarde te daremos sepultura. Aunque desde ayer estás en el cielo,  donde perteneces.

Quería ser un buen padre para ti. No se si en tú partida me porte como tu hubieras querido. Espero que en el instante que te vi no te haya decepcionado.

Lamento no haberte hablado más cuando estabas en la pancita de tu madre.  Te confieso que a veces al estar ocupado me olvidaba de que venias en camino.  Pero tenía una gran ilusión.

Amo muchísimo a tu mamá y la voy a cuidar. Aunque ella es más fuerte que yo.

Nunca te voy a olvidar Carlitos. Has sido mi más grande alegría y mi mayor pérdida.

Siempre te amaré.

lunes, 18 de enero de 2016

Mis zapatos que ya me voy.

¿Dónde están mis zapatos? Quiero mis zapatos. Dijo delirante mi tío un día antes de morir. Débil y cansado por el cáncer decía de forma aparentemente incoherente a mi madre.

Ella me contó que también mi abuelo poco antes de morir, estando internado en un hospital, pedía sus zapatos. Al preguntarle por qué quería sus zapatos respondió: "Quiero mis zapatos porque ya me voy".

Dicen que quienes van a morir ven luz al final de un túnel. Que algunos ven ángeles que vienen por ellos. Pero creo que en mi familia es importante emprender ese viaje con zapatos.

Tal vez el túnel tiene camino empedrado. Tal vez los ángeles no te cargan y te vas caminando. Quizá el camino al más allá es largo y cansado. Pero me parece muy sospechoso que ambos pidieran lo mismo en un momento como ese.

La muerte está llena de misterios. Gran parte del temor que le tenemos radica en lo desconocido. Nadie ha vuelto para decirnos que sigue, si es que sigue algo. Cada quien emprende ese viaje solo y a lo mejor vamos a lugares distintos.

Si alguna vez pido mis zapatos porque ya me voy por favor denme unos tenis cómodos, quien sabe si será mi calzado para toda la eternidad. Me parece que no son tan elegantes como unos zapatos de vestir, pero me molestarán menos los callos.






viernes, 15 de enero de 2016

Una vida poco familiar

"Afuera está un señor quesque dice que es nuestro tío". - le informaron sorprendidos mis entonces pequeños primos a mi tía. Al asomarse se dio cuenta que era su hermano, mi tío Jorge Arturo. Para mis primos era la primera vez que lo veían, o al menos no recordaban haberlo visto antes.

Desapegado de sus hermanas y soltero eterno falleció ayer mi tío. Quien es más recordado paradójicamente por los pocos recuerdos que tenemos de él. Cuando menos recuerdos buenos antes de su padecimiento de cáncer.

Nunca supe si consideraba que su vida solitaria y desapegada de la familia lo hacía feliz, pero para mi fue un ejemplo del tipo de vida que no quería llevar a su edad. Una vida que no se vive en familia. Sin pareja y supongo, en soledad.

No fue una mala persona. La decisión de mis difuntas abuela y bisabuela, de que viviera desde niño en casa de esta última en vez de en el hogar materno fue con la intención de que tuviera más oportunidades de tener una mejor vida.

Fue el hijo mayor de mi abuela. Viviendo en otra casa estudió hasta convertirse en ingeniero. Vio como hermanos a quienes eran sus tíos. Mientras que sus hermanos menores lo veían poco. Esto se agravó en su vida laboral, pocas veces visitaba a su madre.

Recuerdo cuando se casó con una guapa y joven mujer. La diferencia de edades, entre otras cosas, supongo, hicieron que el matrimonio durara poco y no tuvieran hijos. Aún lo vimos menos.

Tan poco lo veíamos que cuando yo cursaba mi carrera en Tijuana y por las tardes estudiaba inglés me lo encontré como compañero de clase. Fue extraño ver a mi tío en una ciudad donde se suponía no vivía y compartir la clase. Pese a ello casi no convivimos ese semestre.

La muerte se ensañó con la familia. En unos años murió mi bisabuela, mi abuela y todos esos tíos abuelos que él consideraba sus hermanos en vez de sus tíos. Fue entonces cuando empezó a frecuentarnos.

Una decepción amorosa a una edad madura es igualmente dolorosa. Escucharlo mencionar como no queriendo seguido el nombre de la ex novia me parecía extraño.

Hace poco más de un año tuvo un milagro o una gran casualidad. Un tumor en la cabeza que fue extirpado sin mayores complicaciones y el cual resultó ser benigno. A el pareció no importarle ni sorprenderle, siguió con su vida solitaria normal.

Pero un rayo no cae dos veces en el mismo lugar. Casi un año después se le descubrió el cáncer que le quitó la vida.

El paso del tiempo borrará el recuerdo del paso de todos los humanos en la tierra. A unos antes, a otros después. Pero el llevar una vida solitaria no ayuda a mantener vivo nuestro recuerdo.