El futbol (soccer dicen los gringos) es el deporte más popular en México y en el mundo. Miles de personas siguen a sus equipos los fines de semana y tontamente toman las victorias y derrotas de sus equipos como propias.
Como si fuera una victoria o derrota personal, la del equipo favorito saca lo peor de las personas: alardeo, burlas a los vencidos y sentirse artificialmente superior o inferior a otros por algo que hicieron terceras personas que ni siquiera nos conocen.
En cada eliminatoria futbolera no pueden faltar las imágenes de aficionados llorando en la tribuna la derrota de sus equipos y los comentaristas diciendo que eso es amor a la camiseta, verdadera afición. Espero no ser un aficionado de esos.
Los comentaristas sin duda exaltan el que tomemos las victorias y derrotas de nuestro equipo como propias, así nos tendrán pendientes de la trasmisión deportiva. Nos hacen creer que es algo importante cuando no lo es.
Muchas veces los aficionados están más preocupados por los resultados de su equipo que los jugadores mismos. Mientras que los jugadores profesionales ven su actividad como un juego, cuando lo deberían tomar más en serio pues es su profesión, los aficionados lo ven como cuestión de vida o muerte.
Igual que en la lucha libre, una vez terminado el encuentro los futbolistas en su mayoría, se dan la mano y continúan su vida normal. Muchos de ellos son amigos porque en el deporte actual los jugadores cambian frecuentemente de equipo, así que conocen a muchos compañeros de profesión.
En cambio el aficionado no. El aficionado o mejor dicho, el fanático, vive su vida con su equipo, rara vez cambia de equipo. Existen algunos villamelones que cambian de equipo cada temporada, conforme esté ese equipo de moda o vaya ganando.
Así que mientras los jugadores ganan grandes sumas de dinero por su trabajo deportivo y procuran llevarse bien con jugadores, técnicos y promotores, los aficionados fanáticos no podemos ver a los seguidores del equipo rival.
En México por fortuna esto todavía está más en el nivel de la carrilla. En otros países como Argentina, Inglaterra y otros, esto en algún tiempo llegaba a los golpes o a la muerte. Esperemos nunca estar ahí.
Sin embargo he notado que cada vez la carrilla es más "mala leche". Busca burlarse del equipo contrario de manera hiriente. Ofender al aficionado rival y buscar la complicidad del que le va al mismo equipo.
Las redes sociales contribuyen a que esto se magnifique. Cada partido importante vemos una oleada de memes jocosos burlándose del equipo perdedor en vez de celebrar al ganador.
Hay que ver los deportes con la emoción de un niño, pero afrontar las victorias y las derrotas con la madurez de los adultos que pretendemos ser.
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