Me gustan las bicicletas, me gusta pasear, pero no me gusta el ciclismo urbano. Lo digo sin agraviar y sin deseo de provocar molestar a los talibanes del ciclismo urbano, hipsters, deportistas que se sienten de alto rendimiento y señores que van en este vehículo al trabajo con cuchara y balde incluidos.
No lo tomen a mal, además de amar las bicis amo el cuidado al medio ambiente, el deporte y el relajarte contemplando paisajes mientras te trasladas de un lado al otro. Lo que no me gusta es arriesgar mi vida por defender esos puntos de vista frente una orda de automovilistas prepotentes y furiosos que no dudan en aventarte su vehículo si osas hacerlos perder el tiempo al tener que compartir la vía.
Sinceramente creo que la bicicleta es una de las alternativas para reducir la contaminación y el caos urbano de todas las ciudades del mundo, las de México y si, de mi ciudad. Es admirable el movimiento urbano que se ha generado en el mundo y en México que ha hecho salir a jóvenes, adultos, amas de casa y todo tipo de entusiastas que han tomado las calles en bicicleta.
Lo han hecho con motivos diversos: Algunos ya lo hacía desde antes como deporte y por lo regular se consideran ciclistas en toda la extensión de la palabra. Otros con orígenes más hipsters, ecológicos y urbanistas han salido con la no tan secreta intención de dar el ejemplo a la sociedad y salvar el planeta de nosotros mismos. Por último, están los más numerosos, aquellos que a falta de opciones de sano esparcimiento entraron a esta actividad para divertirse, hacer amigos y algo más.
Todos ellos cargados de agua, cascos, lucecitas y sobre todo mucho valor desde hace unos cuantos años han decidido salir a las calles amparándose en el derecho que les da un reglamento de transito que casi nadie conoce. Policías incluidos.
Salen en bola, nada tontos, se amparan en la seguridad de la manada. No es lo mismo echarle encima el carro a uno que a veinte sin saber si te van a alcanzar en el siguiente semáforo. Juntos obtienen que les cedan en paso y las mentadas de madre se diluyen en el grupo.
Al comentar que me gusta andar en bicicleta escucho el comentario de "Ah! ¿Tú eres de los que salen en la noche a estorbar en bicicleta?". Las primeras veces alegué que también teníamos derechos, la calle es de todos, la bici también es un vehículo. Después opté por decir, no yo salgo a las afueras y estorbo en carretera.
¡Lo que pasa es que eres un culón! Me reclamó una amiga talibana del ciclismo urbano al tener esta plática bajo los influjos de la felicidad líquida. Lo que pasa es que a mi ya me atropellaron, reviré.
Y si, hace algunos años casi me vuelvo mártir del ciclismo porque haciendo caso de lo que la gente mayor amparada en algún antiguo ejemplar del reglamento de tránsito aprobado tal vez por Ávila Camacho o el General Cárdenas iba por el acotamiento pero en sentido contrario al tránsito, una camioneta salió sin fijarse a ambos lados y después de atropellarme, por pena, supongo, trató de darse a la fuga.
Si, al igual que los ciclistas se que el ciclista tiene derecho a la vía. Tal como los atunes tienen derecho al mar, pero al parecer los tiburones no están bien enterados de este derecho, al igual que los automovilistas no están muy enterados de nuestros derechos ciclísticos.
En realidad los automovilistas si lo saben. Pero al igual que aquella vieja caricatura de Tribilín en donde al subirse al carro se transformaba de un apacible señor a un energúmeno cafre, muchos sufrimos esa transformación al estar tras el volante.
A eso hay que sumarle que muchas ciudades, entre ellas Mexicali no cuentan con infraestructura vial para brindar seguridad a quienes gustan de pedalear. Una ciclovía puesta arbitrariamente y sobre la cual se estacionan estudiantes universitarios y todo tipo de gente sin que la autoridad haga nada. Vialidades sin acotamiento en donde debes circular por el carril de baja velocidad con riesgo de tu vida. Pocos lugares donde amarrar la bici por si llegas en este medio de transporte.
También hay quienes quieren hacerte una "broma" cuando andas en bici y les parece divertido pitarte, gritarte, cuando pasan a un lado tuyo o más graciosos aún, te avientan el carro para ver si te asustas.
Espero que llegue primero el día que nos acostumbremos a ver ciclistas en las calles, que nos animemos a ir a nuestros trabajos o a donde sea en bicicleta y espero de todo corazón que eso pase antes de que atropellen a más ciclistas. No más bicis blancas.
A fin de cuentas el calor es sólo un problema menor para andar en bici en Mexicali.
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