Las películas y series sobre adolescentes y su problemática dentro y fuera de la escuela son parte de la cultura pop de Estados Unidos y México desde la segunda mitad del siglo XX y hasta la actualidad.
Como miembro de la generación X debo reconocer que aunque vi muchas de estas tramas durante mi infancia y adolescencia dejé de perder interés en ellas conforme me fui alejando de esa etapa de mi vida.
Entre más lejos está la adolescencia, más simplistas, absurdas y repetitivas se vuelven estas historias de adolescentes vírgenes, promiscuos, perdedores, populares, atletas, porristas y/o nerds que abundan en el cine y televisión.
Hace unas semanas una amiga publicó en Facebook publicó que estaba viendo 13 Reasons Why y agregó algo así como: "Qué pendeja está Hannah jajaja". El morbo hizo que me llamara la atención, pero alguien más me dijo que aunque también opinaba que "Hannah" no era muy lista, recomendaba la serie y debía verla.
No me entusiasmó mucho la idea de verla. Una vez más ya estoy muy lejos de la adolescencia y preferí seguir viendo documentales y otras series más adultas en Netflix. Pero un día mi esposa me dijo: "¿Vemos algo en Netflix? Y el decidir que ver es casi tan complicado cómo el ¿A dónde vamos a comer? Así que al recorrer el catálogo de películas y series pasé por esta serie y le dije ¿Qué te parece si vemos esto? Alguien me la recomendó. Si no nos gusta ponemos otra cosa.
Esta serie original de Netflix nos enganchó con su trama y poco a poco vimos por qué mi amiga le dio ese calificativo a la protagonista de la historia.
Aunque la serie ya tiene gran parte del año en Netflix no pretendo contar su trama, aunque si la recomiendo a las personas que gustan de las historias de drama y sobre todo a los que pasan por esa etapa de sus vidas: La Adolescencia, ya sea cronológica o mental.
Terminamos de ver la serie y aunque la primera idea que pasa por la mente es que en efecto Hannah Baker no fue muy lista, si lo ponemos en contexto y recordamos que el personaje es una chica adolescente de 17 años su actuar es un tanto más comprensible.
Pero lo que más me ha llamado la atención fue la reacción que causó en mi ver esta serie. Ya no me identifico con los personajes como lo haría si tuviera su edad. Si no que al ser padre de una pequeña bebé la vi con una óptica de padre.
Mi enseñanza ya no es "evitar ser Hannah", sino tratar de "evitar que mi hija sea una Hannah".
Desde la mitad de la serie mi esposa y yo estuvimos más interesados en ver que tipo de señales daban los personajes que los padres o tutores debieron haber notado para evitar que se dieran las tragedias de esta telenovela adolescente americana.
Un cambio de paradigma originado por la edad y la paternidad.